GESTALT Y CLOWN
Clown es la palabra inglesa de payaso. ¿Por que decimos clown y no payaso? Simplemente por la connotación negativa de la palabra payaso y porque se relaciona a este con los niños únicamente. El clown tiene sus orígenes en el teatro griego y romano con la pantomima, pero donde más podríamos ver claramente sus inicios fue con la Commedia dell´Arte, género italiano surgido en el renacimiento. Entre sus personajes, existía uno al que le debe su nombre: Pagliaccio, maquillado en su rostro de blanco con grandes botones. Personaje que, como arquetipo físico, comparte con Pierrot y Pedrolino su rol de Infarinato (Enharinado), pero en este caso con otro nombre.
De la Comedia del Arte (Género que se caracterizo por sus actuaciones itinerantes y por la incorporación en sus obras de acrobacias, malabares etc.) surge la idea del circo y como todos sabemos, no hay circo sin payaso. Sabemos que el payaso se nutrió artísticamente de todos sus padres y abuelos antecesores, los personajes de la Comedia del Arte que ya hablamos, como también de Arlequino y Pulcinella y de artistas callejeros como los juglares y los pantomimos. También los bufones medievales y la vieja pantomima greco-romana. Ahora, ¿Como se formaban estos artistas? Se dice que los acróbatas del circo, cuando pasaban cierta edad, se pasaban al gremio de los Clowns, esto puede ser en algunos casos, pero también sabemos que la transmisión de la técnica se producía de padre a hijo y así en un ambiente cerrado se educaba a los nuevos payasos. Sin embargo en Paris un prestigioso formador de actores de teatro físico y gestual, Jacques Lecoq se interesó por su técnica y como emplearla en el teatro y en su escuela. Dejemos que él mismo lo explique:
“Los clowns aparecieron en los sesenta, cuando yo me estaba interrogando sobre las relaciones entre la Comedia del Arte y los clowns de circo. El principal descubrimiento surgió en respuesta a una pregunta muy simple: el clown hace reír ¿pero como? Un día pedí a los alumnos que se pusieran en círculo-reminiscencia de la pista circense- y que nos hicieran reír. Uno tras otro, lo fueron intentando con payasadas, piruetas, juegos de palabras a cuál más fantasioso. ¡Todo inútil! El resultado fue catastrófico. Teníamos la garganta oprimida, una sensación de angustia en el pecho, todo aquello se estaba volviendo trágico. Cuando se dieron cuenta del fracaso, pararon la improvisación y se volvieron a sus sitios para sentarse, despechados, avergonzados, incómodos. Fue entonces, al verlos en aquel estado de abatimiento, cuando todo el mundo se echo a reír, no del personaje que pretendían presentarnos, sino de la persona misma, puesta así al desnudo. ¡Lo habíamos encontrado! El clown no existe por separado del actor que lo interpreta”.
Para entender lo que trabajamos en el clown podemos decir que es la búsqueda de un personaje que nace de nosotros mismos. Donde co-existen tres elementos: El yo no-cotidiano (el yo intimo y sincero que no tiene miedo al ridículo y ni al rechazo social), el yo que esta relacionado con el juego de nuestro niño interior, y por ultimo, la técnica teatral de actuación, que, o se tiene o se va aprendiendo a través del curso o taller.
Las cualidades del clown son su ternura, su ingenuidad, su fragilidad, su vulnerabilidad, su humanidad. No hay clown sin esta base.
Para ello debemos dejar de lado nuestro yo-adulto, nuestra mascara social, nuestra mente racionalista. Aprendiendo el sentido del ridículo nos convertimos en adultos. Valoramos mas “el que dirán” que el ser espontáneos con la demostración de nuestras emociones.
Si vemos un niño por la calle, es muy posible que cante, hable solo, juegue con amigos imaginarios, en ningún momento nosotros
pensaremos que esta loco. Aceptamos que un niño pueda cantar con voz alta una canción porque esta feliz.
Sin embargo, un adulto en esa misma demostración, caerá en las redes de nuestros juicios: “Que ridículo” “Debe estar loco” y cosas
parecidas.
La nariz roja es una pequeña mascara que nos conecta con nuestro niño interior, con el espíritu que habita nuestro clown, con el yo que vive la vida como una experiencia maravillosa, llena de oportunidades, a veces dura, a veces sublime. Confiando que al final del viaje todo es perfecto, todo es como tenía que ser.
La vida puede ser percibida como un juego lleno de posibilidades para crecer y aprender o un tormento donde estamos a merced de la buena o mala suerte que nos toque. En el clown apostamos por la primera y vivimos de acuerdo a esta premisa, y el universo… nos corresponde.
Una oportunidad para iniciar un viaje de creación de tu propio payas@, para aprender a reírte de ti y a reírte con los demás. Un camino diferente para dirigirte a tu propia esencia. Todos llevamos un clown dentro.
¿Te gustaría apuntarte a este viaje?